Desde su convalecencia, el papa Francisco clama por un alto al fuego en Gaza y el fin del rearme global

🔸 El pontífice delegó la lectura de su mensaje pascual pero apareció brevemente ante miles de fieles para compartir su deseo de paz y cercanía con los pueblos que sufren

#INTERNACIONAL | Aún en recuperación por una infección respiratoria, el papa Francisco apareció este domingo en silla de ruedas en el balcón central de la basílica de San Pedro para ofrecer la tradicional bendición Urbi et Orbi, al término de la misa de Pascua. En su mensaje, leído por el maestro de ceremonias Diego Ravelli, el pontífice pidió un alto al fuego en Gaza, la liberación de los rehenes y ayuda humanitaria urgente para la población civil.

“Me siento cercano al sufrimiento de los cristianos en Palestina y en Israel, así como a todo el pueblo israelí y a todo el pueblo palestino”, expresó Francisco en un texto cargado de llamados a la paz, que también incluyó duras críticas a los ataques contra civiles, escuelas, hospitales y trabajadores humanitarios.

Con voz débil, el pontífice pronunció un breve “feliz Pascua” antes de que Ravelli asumiera la lectura de su mensaje completo ante los miles de fieles que colmaron la Plaza de San Pedro. “Quisiera que volviéramos a creer que la paz es posible”, escribió el Papa, destacando el simbolismo de que este año católicos y ortodoxos celebren la Pascua el mismo día en Jerusalén.

Además de su llamado a un cese inmediato de la violencia en Gaza, Francisco mencionó otros focos de sufrimiento en el mundo, como Yemen —“una de las peores crisis humanitarias prolongadas”— y las comunidades cristianas del Líbano y Siria, a quienes animó a seguir buscando estabilidad y participación democrática.

Uno de los momentos más destacados de su mensaje fue su firme llamado al desarme: “La paz tampoco es posible sin un verdadero desarme. La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme”, afirmó, instando a los líderes del mundo a rechazar la “lógica del miedo” y destinar los recursos a combatir el hambre y fomentar el desarrollo.

Al finalizar la ceremonia, Francisco recorrió la Plaza de San Pedro en su papamóvil, saludando a los fieles congregados en una imagen que combinó fragilidad física con firmeza espiritual.

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