La criticada selección “experimental” de Spalletti ha encontrado su fin en unos octavos en los que ha estado irreconocible
Suiza funcionó como uno de sus relojes ante una Italia abrazada al catenaccio como única forma de reconocerse, porque al ataque volvió a demostrar que tiene la pólvora mojada. La criticada y experimental selección de Luciano Spalleti se va a casa eliminada por toda una matagigantes. Esta vez no hubo miracolo, como ante Croacia.
La selección helvética vio ese planteamiento defensivo como una invitación al ataque. Cada manija suiza señalaba su hora: Xhaka marcaba el ‘tempo’ (y la grada le pedía el disparo desde fuera del área), Embolo giraba, volviendo locos a Mancini y Bastoni, para que no descubrieran el plan de Freuler: cambiar los lamentos de la grada por un grito ensordecedor y celebrar el gol con euforia y una rabia que hizo romper el cordón de seguridad. Los 11 jugadores de Suiza más los suplentes parecían querer subirse a las gradas a celebrar
En el banquillo italiano, el experimento de Spalleti empezaba a burbujear peligrosamente. Chiesa recriminando a Barella que le pasara el balón al pie y no se la pusiera en largo; El Shaarawy maravillando con el regate, pero siendo incapaz de probar puerta; Retegui haciendo el primero disparo a puerta de los italianos en el minuto 73; Y Scamacca… Su segundo disparo en toda la Eurocopa se estrelló contra el palo.
La desconexión italiana fue tal que en el inicio de la segunda parte nadie se percató de que Vargas rondaba el área. Un jugador que está entrenando todos los días con Xhaka y con Shaqiri y a los que les mostró que algo había aprendido de ellos con un disparo colocado espectacular para el 2-0.
Con el pitido final hubo varias explosiones: la júbilo en la grada suiza, que seguirá gozando de su selección hasta cuartos, y dejando una pregunta en el aire ¿Hasta dónde podrá llegar?
La otra, de certeza, en el banquillo italiano. La campeona rejuvenecida ha caído eliminada, justo en el momento en el que parecía que empezaba a carburar. Spalletti, nuevamente cuestionado, se ha quedado a medias de la reconstrucción de una Italia que, a trompicones, conseguía salir adelante y en la que se preguntaban ¿Hasta dónde podrá llegar?
Una respuesta ya ha sido respondida. A la otra tendremos que esperar.
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