Un letrero da la bienvenida a una laguna que dejó de existir, la de Zumpango, en el norte del Estado de México.
Apenas hace dos años, esta laguna lucía con agua y aves que parecían posar ante las cámaras que las captaban.
Hoy, el predio, de 3 mil 800 hectáreas, está envuelto en un incendio forestal, que inició hace más de 24 horas.
Ismael, uno de los bomberos que acudió desde el municipio de Jaltenco, para apoyar contra el fuego, destaca que en toda la laguna, “en ningún tramo hay agua”.
Las unidades de vulcanos no pueden entrar, por eso combaten las brasas a ras de suelo.
Al pasar sobre el lirio acuático, el suelo truena, muestra de que está totalmente seco y, ahora, calcinado.
Elementos del cuerpo de bomberos señalan que tardarán por lo menos dos días más para poder sofocar las brasas que aún permanecen dentro de lo que fue la laguna de Zumpango.
Este sitio funcionaba como un vaso regulador, cuando las presas de la periferia registraban altos niveles.
“Regularmente, las presas de la región de Atizapán, Cuautitlan Izcalli, Tepozotlán, son presas que cuando tienen excedentes, esos excedentes los mandan a la Laguna de Zumpango, la principal es la Presa Madín”, señala Tomás García, biólogo originario de Zumpango, Estado de México.
Lanchas abandonadas dan cuenta de lo que fue un atractivo turístico de la región. En una de ellas, Carlos y Karina, en pleno 14 de febrero, añoran lo que fue un espacio casi paradisíaco.
“Tenía bastante agua y aquí alrededor se juntaban puestos de comida, pescaban aquí también y había comidas y de mojarra y así. Y ya no quedó nada”, recuerda Carlos.
Aun con la laguna de Zumpango seca, la Comisión Nacional del Agua (Conagua), mantiene por lo menos 6 pozos en la orilla, para extraer el líquido del subsuelo y abastecer a la capital del país.
“Los pozos los están haciendo todavía, ya con el problema hídrico en la región. Entonces eso va a hacer que sea un poquito más grave más adelante, en los años que vienen.”
Tomas García / Biólogo.
En la periferia, los agricultores se han visto afectados: “Ésta era una fuente de agua para los pueblos que se encuentran en los alrededores, de aquí abastecían para sus siembras”, cuenta el bombero Ismael Robles García.
Por ello, ahora, recurren a canales de agua residual, para poder sembrar maíz, nopal, cebolla.
“Al final de cuentas sí ha afectado, se siguen regando los núcleos agrarios, siguen ocupando agua, pero ahora ya son aguas residuales, aguas residuales que conduce el Río Cuautitlán”.
Tomas García / Habitante de Zumpango.
Y es que aquí, a pesar de todo, la tierra es generosa, dice José Arturo, mientras observa el incendio que no cede: “Yo venía aquí de chiquito y la verdad nadaba yo aquí, incluso hasta pescamos lo que eran las carpas y eso”.
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